Cada invierno, mientras millones de familias suben la calefacción para combatir el frío, España pierde dinero. Literalmente. Nuestro parque residencial envejecido y mal aislado consume una cantidad desproporcionada de energía, gran parte de la cual importamos del exterior. Esta situación refleja la urgencia de la rehabilitación energética de nuestras viviendas, una acción clave no solo para reducir la factura del hogar, sino también para mejorar la economía del país.
Según datos del informe de ING, la Unión Europea gasta más de 330.000 millones de euros al año en importaciones de energía. Reducir esa cifra depende, en gran medida, de algo tan cotidiano como nuestras viviendas y su necesaria rehabilitación energética.

¿Por qué es esto un problema?
Porque más del 80% de las viviendas españolas tiene una calificación energética E, F o G, es decir, consumen demasiada energía para funcionar. Además, más de la mitad del parque construido es anterior a 1980. En términos prácticos, esto significa muros sin aislamiento, ventanas obsoletas y sistemas de climatización ineficientes. Todo eso se traduce en más emisiones, más dependencia energética y una mayor vulnerabilidad económica ante las subidas de precios.
Y mientras tanto, seguimos construyendo vivienda nueva sin atacar de raíz el problema real: lo viejo se está volviendo insostenible.
Rehabilitar no es solo embellecer
La rehabilitación de edificios no es un lavado de cara ni una mejora estética. Es una decisión estratégica, una vía directa para:
- Reducir el consumo energético del país.
- Disminuir la dependencia exterior.
- Aliviar la factura de millones de familias.
- Y avanzar hacia la descarbonización real.
No es casualidad que la Unión Europea haya fijado como objetivo una reducción del 11,7% del consumo energético para 2030. Para lograrlo, el parque residencial es clave, ya que representa el 40% del consumo de energía final y cerca del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España.

¿Qué están haciendo otros países?
Mientras España sigue arrastrando los pies, otros países ya actúan con decisión:
- Italia implantó el famoso Super Bono 110%, que devolvía incluso más de lo invertido en rehabilitación energética.
- Bélgica penaliza a los propietarios que no mejoren la calificación energética de sus viviendas.
- Estados Unidos promueve la financiación a través del programa PACE, facilitando mejoras sin grandes desembolsos iniciales.
- Reino Unido impulsa la descarbonización con formación sobre hipotecas verdes y financiación sostenible.
¿Qué falta en España?
Falta visión. Y, sobre todo, voluntad para transformar el modelo. Hoy, las políticas siguen centradas en construir más, cuando lo urgente es rehabilitar lo que ya tenemos. Las ayudas y subvenciones existen, pero no siempre llegan a tiempo, ni con la claridad necesaria.
Además, el acceso a información energética fiable es limitado, y muchos ciudadanos desconocen qué implica tener una vivienda ineficiente más allá del frío en invierno o el calor en verano. La eficiencia energética debe dejar de ser un concepto técnico y convertirse en una prioridad ciudadana.
En Absolute Properties, creemos en un modelo de construcción que mira hacia el futuro. Apostamos por la rehabilitación circular, la sostenibilidad real y la digitalización como herramienta para escalar soluciones. Porque transformar nuestras ciudades empieza por algo tan simple y urgente como hacer nuestras viviendas más eficientes, humanas y resilientes.
Rehabilitar no es una opción, es nuestra oportunidad.
Y también, nuestra responsabilidad